viernes, 2 de enero de 2009

EL COMERCIO ROMANO Y GALICIA

Sobre el comercio prerromano, las fuentes latinas solo mencionan ciertos intercambios, que realizan los indígenas (Polibio, Estrabón) pero sin mencionar un comercio de mediana o gran escala, esto es, la colocación de productos en otros mercados más amplios que el meramente regional. López Cuevillas (El comercio y los medios de transporte de Los Pueblos Castreños .Cuadernos de Estudios gallegos,1955, tomo XXX pag. 146-157); y Bouza Brey (Hacha de tipo sículo en el comercio del Bronce final del Noroeste Peninsular. Boletín de la Comisión provincial de Monumentos Orense, tomo XX fasc. IIV, años 1959-60 p. 233 y ss) entre otros autores que han tratado el tema, señalan este comercio amplio y sus rutas, aunque hoy día necesita una revisión del planteamientos generales.
Las rutas comerciales podemos dividirlas en marítimas, terrestres y fluviales, las rutas marítimas, seguramente fueron las que tuvieron más tráfico y juzgar por los restos hallados, de gran cantidad de ánforas (Santa Trega, Panxón, Vigo...). asi como por documentarse el posible puerto romano de Canido, tan vinculado a la villa de Toralla, podríamos hablar de una ruta hacia el Sur y otra hacia el Norte. La del sur la podemos detectar arqueológicamente hablando, por los restos localizados en Andalucia, así como por las monedas aparecidas en varios castros de la zona y que son de las cecas de Malaca, Sexi y Gades. La del Norte estaría vinculada a Britania, Cantábrico y la Galia. La importancia de esta ruta marítima, la podemos observar en el papel que desempeña el puerto de Bares, estudiado por Maciñeira.
Las rutas terrestres, como bien analiza José Manuel Caamaño (Posible reutilización de los caminos prerromanos en época romana. Revista Gallaecia ,3-4, Santiago, 1979) podrían tener su origen en otras anteriores, con lo cual los romanos, lo que habrian hecho, seria reutilizar ¡os antiguos caminos prerromanos. Poseen estas vías terrestres, que hemos dicho, una gran importancia, tanto militar como comercial. Van a comunicar a la zona con la Meseta, gracias a la vía Aquitania, luego conectará por medio de otra, con Emérita Augusta, que va de Norte a Sur y otra que unirá a Brácara.
Las rutas fluviales, serían complementarias de las anteriores, si aceptamos textualmente el texto de Estrabón, que nos dice que el Miño era navegable 800 estadios, representa que se podría llegar a través del Miño desde la Guardia a Orense. Esta ruta sería muy importante, pues uniría la zona minera del interior (Asturias, Orense, Cantabria) con un puerto de salida para el traslado del mineral. Además Estrabón habla de una pequeña isla en la desembocadura del Miño, que poseía dos puertos uno a cada lado y que atracaban allí los barcos (Str. 3.3.4) estando esto mismo frente de Santa Trega, así como en la ruta de las villas de Currás. Balil señala que el Duero sirve de comunicación, entre la Meseta y el Océano, y que lo surcan pequeñas embarcaciones que van y vienen buscando los productos. El caso puede parecerse al del Miño. (Balil A. “Algunos aspectos y problemas de la Galicia Ro¬mana”. C.E.G., tomo XXV11I, 1973, pp 162 y ss) A su vez Estrabón habla de pequeños barcos, de bajos fondos y de cuero, que utilizaban los indígenas que son semejantes a los utilizados por los armenios, sajones y lusitanos. (Blázquez J.M. “Economía de la Hispania Romana”, Bilbao 1978).
EXPORTACIÓN E IMPORTACIÓN
Roma lo que hará el potenciar el deficiente comercio, que existía a su llegada. Con una flota regular y una red de calzadas muy bien trazadas, así como por la Pax Romana, dará un impulso en la producción, y sobretodo creará unas necesidades de consumo, que llevará a la población o parte de ella, a participar en el comercio de una forma activa o pasiva (comprando).
La exportación sería sobre todo minera y menos agrícola por las condiciones de la zona. Roxtovtzeff y Carlesworth llaman a España el distrito minero del imperio más rico e importante. Nuestra zona aunque no posee, un área minera capaz de obtener un excedente de producción grande, para un comercio de magnitud, por su situación geográfica participa de él.
Las importaciones las conocemos por medio de los objetos hallados y que nos muestran claramente su origen no autóctono. Son sobre todo indígena y los funcionarios del estado (Rostovtzeff, M. Roma de los orígenes a la última crisis. Buenos Aires 1970, pag. 193).
Balil señala por su parte varios puntos donde se encuentra cerámica importada que el divide en campaniense, sigillata hispánica, itálica, sudgálica y aretina. Toda ella aparece sobre todo en el litoral, siendo Santa Trega, el punto donde más se localizó. Con la siglillata hispánica no ocurre esto, ya que se localiza también en castros y yacimientos del interior (Balil A. Galicia y el Comercio atlántico en época romana. Actas do II Congreso de Arqueología, Coimbra, Tomo II, 1971 pag. 341 a 346).
Cuevillas a su vez señala cerámica ibérica y sigallata en el castro de Vigo (Cuevillas F. Cerámicas inéditas del castro de Vigo. C.E.G. 1958. pag 32 y ss). En otro trabajo el mismo autor, señala vasos helenísticos en Santa Trega y Troña dándoles una cronología del siglo II al final al III a. de C. (Cuevillas F. El comercio y los medios de trasporte, op. cit, pag 147 y ss).
De reciente aparición es la cerámica griega, aparecida en el Castro «A Cidade» en Foraza, perteneciente al siglo III a. de C. que podría proceder del Sur de Italia (Magna Grecia) y llegaría posiblemente por vía marítima.
La aparición de gran cantidad de cerámica sigillata hispánica es que Rostovzeff analiza y que habla de una independencia de la metrópolis, diciendo textualmente que «el crecimiento del comercio entre las provincias, y el interior de las mismas es un indicio de marcada tendencia a la descentralización». Estamos pues en un momento en que se van supliendo las importaciones de la metrópoli por otras más cercanas. (Rosóvzeff. M. Historia Social y económica del Imperio Romano, Tomo I. Madrid 1937, pag 301).
El comercio interior estará representado en su mayor parte por artículos de primera necesidad. El sistema de envió tendrá la serie conocida, de transportista, detallista, mayorista, intermediario, comerciantes al por mayor y agrupados en compañías. Se comercializará mayoritariamente aceite, vino, cereales y utensilios con algún que otro articulo de lujo. Para los transportistas existe un tributo, llamado «Potorium», por lo cual el estado participa de este desarrollo comercial (Blázquez J.M. Economía de la Hispania Romana. Bilbao 1978).
Son abundantes los restos en la zona de ánforas y dolios sobre todo en el área marítima (Santa Trega, Troña, Vigo, Toralla...) existiendo además embarcaciones sumergidas con cargamento de anforillas, como en el caso de Panxón, donde inmediata a la playa, está localizada una nave con cargamento de esta índole (Díaz Alvarez P y Rodríguez Seoane M.C. Noticias de Prehistoria en torno a Vigo y su Ría. Vigo 1973). Asimismo ocasionalmente se han encontrado por las redes de los pescadores, ánforas llenas en las cercanías de la desembocadura del rio Miño.
Siguiendo con el comercio interior el investigador Lachica nos habla de una forma general, que se celebraban unas ferias o «nundinae» existiendo también unas construcciones denominadas «tabernae» que eran una especie de establecimientos privados que vendían al detalle, que no existían solo en las ciudades sino también en las inmediaciones de las vías y posibles lugares de tráfico humano (Lachica G. Economía de la Hispania Romana en el Bajo Imperio. Zephirus XII, 1961, p, 55 y ss). En las provincias sobre el siglo II de una forma general se da un proceso de reducir gastos en compras al exterior (más bien lejano) y se va a pasar a estimular, la propia industria más cercana. La demora del transporte y sobre todo los gastos que ocasiona, el traer de lejos las mercancías hace que estos productos no sean rentables al consumidor y que aprovechándose de la coyuntura se lancen otros peores, pero más baratos.
ORGANIZACIÓN COMERCIAL
Existen compañías privadas y otras de carácter estatal, que las arriendan a unos encargados. Esta organización comercial se observa, en el campo de la minería, producción vinícola, olivera y del salazón. Cercano a nuestra área, tenemos según estudia Bouza Brey, documentada la existencia de una corporación de naviculares, ciudadanos romanos que tienen su base en Villagarcía y se relacionan con la Bretaña Francesa (Bouza Brey F. Castro de Alobre e os contactos entre Bretaña e a Galiza na época Romana. Homenaje a F. López Cuevillas, 1957 pag. 104 y ss)
Estaría documentada esta asociación hacia finales del siglo II. Lógicamente debido al carácter del centro comercial que posee Vigo, en esta época y siendo la ma¬yoría de los restos romanos encontrados de este período, podemos pensar en la existencia de semejantes compañías y de intereses privados en nuestra zona. Lo que de una manera es muy detectable, es la cada vez peor participación estatal en nuestras compañías y de una manera global en el tráfico comercial. Esto es comprensible si consideramos como Rostovzeff que los consumidores de este comercio (trigo, vino, aceite) es la Roma imperial, esto es, Roma y su ejército. Los empresarios y comerciantes trabajan en definitiva para ellos y cada vez que se les vaya escapando el control, sobre este campo, tendrá que ir cerrándose gradualmente y coger las riendas del mismo. En segundo término estarán las ciudades como grandes consumidoras. En nuestra zona son escasas por decir nulas, y debemos de pensar que el comercio de trigo... vendría para el ejercicio que estuviera acantonado aquí, aunque esto es discutible pues al no existir referencia, de grandes contingentes militares, los pocos que habría, podrían alimentarse con al producción local.
En definitiva la balanza de pagos, es negativa, pues se intercambian materias primas y alimenticias, y se reciben objetos manufacturados caros.
Nota.- Ilustra esta pequeña síntesis sobre el comercio romano en Galicia, publicado por primera vez hace unos 25 años en el Faro de Vigo, en colaboración con J. Costas, una representación de una barca romana, transportando toneles de vino, que se puede apreciar en el museo alemán de Trier.

EL LEGIONARIO ROMANO

Gracias a sus legiones Roma en el cénit de su gran­deza, va primero a conquistar y luego a mantener un vasto imperio que se extenderá desde Inglaterra hasta Armenia.

El soldado romano o legionario será la pieza funda­mental y básica de estas unidades militares. Hoy analiza­remos las armas, que utilizaba, su uniforme y el resto de su equipo reglamentario, que aunque era proporcionado por el Estado romano, luego el importe total del mismo le era deducido de su paga o soldada.

El uniforme y el armamento defensivo

El legionario vestía una túnica de lana, de manga corta, que le lle­gaba casi hasta sus rodillas. Por debajo de dicha prenda llevaba ro­pa interior de lino y calzaba unas curiosas sandalias con clavos que se denominaban "caligae". final­mente podemos decir que portaba un sayo de estameña a manera de capa corta, que era utilizada en ocasiones también como manta. Vestía una cota de mallas (copiada de la utilizada por los pueblos ga­los) que llegaba a pesar aproxima­damente unos 10 kilogramos.

Cubría la cabeza con un casco (provisto de carrilleras) que era adornado con un penacho de plu­mas en determinadas circunstan­cias.

El escudo (en época del famoso Julio César) era de forma ovalada o cilindrica y media un metro y me­dio de altura. Esta importante ar­ma defensiva romana era construi­da a base de "listones de madera contrachapada. recubiertos de cuero o de fieltro de lana pintado". En el centro poseía el "umbo" o pequeño cono de hierro, que era utilizado por el legionario, en la batalla, para golpear con él al enemigo.

Las armas ofensivas

Podemos decir que disponía de tres tipos de armas ofensivas: la lanza, la espada y el puñal.

La lanza media aproximada­mente unos 2,10 metros de longi­tud. Poseía un mango de madera de 1.50 metros y una cuchilla de hierro de unos 60 centímetros. Es­ta cuchilla metálica estaba "fijada al anterior mediante dos rema­ches, uno de los cuales era de ma­dera para que se rompiese con el impacto y el arma quedase inútil para el enemigo". El alcance má­ximo de esta arma ofensiva era de unos 30 metros aproximadamente.

La espada o "gladium" así co­mo el puñal, eran copiados de mo­delos hispánicos. La espada po­seía una hoja de hierro de peque­ñas dimensiones y con doble filo. Su empuñadura era normalmente de hueso o madera y el pomo de bronce.

Al igual que el puñal, se llevaba colgada al cinto, pero en el lado opuesto a éste. Los oficiales lleva­ba colgada la espada en el lado iz­quierdo y los soldados, en el de­recho.

El resto del equipo personal

Aproximadamente el peso de este equipo era de unos 40 kilogra­mos, que era transportado por el legionario en la parte alta de un bastón que rebasaba su altura y que tenía forma de T.

En este equipo personal se po­día enumerar los siguientes obje­tos: un pico; un azadón; una hoz; una sierra; un cestillo; un zurrón para llevar sus raciones de comida (para tres días); una marmita; una cantimplora; una bolsa para efec­tos diversos (útiles para afeitarse y de primeros auxilios,...); etc.

"Además cada soldado llevaba dos de las estacas que servirían pa­ra construir el vallado del campa­mento, cuando estaban en regio­nes con poco arbolado".

Bibliografía

Para más información sobre es­te tema se pueden consultar los si­guientes trabajos:

ABRANSON, Erik

1981: La vida de un legiona­rio. Madrid

FEUGERE, Michel

1982: L'equipement militaire et l'armement romains; recherches et travaux récents en Grande-Bretagne. Cahiers Archeológiques de la Loire, 2, pp. 79-85

1983: L'equipement militaire romaine dans le Département de la Loire. Contribution a l'etude de la romanisation en pays ségusiave. Cahiers Archeológiques de la Loire, 3, pp. 45-66 HARMAND, Jacques

1967: L'armee et le soldat a Roma de 107 a 50 avant notre ere. París, pp. 55 y ss.

Nota.- Ilustra este comentario, un relieve romano expuesto en el Landesmuseum, de Mainz (Alemania), en el que poddemos ver a un legionario bien armado,en plena acción de ataque.